Los arquetipos femeninos han sido parte integral de la psicología y la mitología, representando patrones universales de comportamiento y energía asociados con la feminidad. En este artículo, exploraremos cómo estos arquetipos se entrelazan con la experiencia de la menstruación, destacando la conexión única entre la energía femenina, las fases de la luna y el ciclo menstrual.
Luna Creciente: La Doncella
La Doncella, también llamada Virgen o Guerrera, representa la energía juvenil, la curiosidad y la búsqueda de nuevas experiencias. La menstruación, especialmente en los primeros años, simboliza la transición de la niñez a la adolescencia. Al abrazar este arquetipo, las mujeres pueden encontrar fortaleza en su capacidad para adaptarse a los cambios y descubrir nuevas facetas de sí mismas a lo largo del ciclo menstrual.
Durante la fase de la menstruación se vive un proceso de destrucción y muerte, la sangre elimina y arrastra todo aquello de lo que elegimos o necesitamos liberarnos. La Doncella supone una regeneración, un renacimiento. Se recupera el dinamismo, el cuerpo se siente más ligero y dispuesto a iniciar proyectos. Se facilita la sociabilidad y la comunicación, aunque será momento de expresar más que de escuchar.
Es la fase más masculina, con energía yang dada esa energía de movimiento, de ahí que también se la llame Guerrera.
En cuanto a la sexualidad, se asocia con la novedad, por ello es Virgen, y a su vez la juventud hace que desee relaciones juguetonas, intensas y apasionadas.
La Doncella se manifiesta durante la fase preovulatoria. En un ciclo menstrual regular, sería desde el séptimo día hasta el decimo tercero aproximadamente.
La estación ligada a la Doncella es la primavera, relacionada con el renacer después del frío y la oscuridad del invierno. Su color es el naranja y las fiestas wiccanas son Ostara y Beltane.

Algunas de las Diosas que resuenan con la Guerrera son Artemisa, diosa griega de la caza y la luna, y Brigit, diosa celta de la inspiración entre otras facetas y principio femenino en su tradición. A mí me gusta meditar con los Orixás, deidades de tradición africana con culto en diferentes religiones americanas como el Candomblé y la Santería. La Orixá que se identifica con la Doncella (más bien con la Guerrera) es Iansá, también llamada Oiá. Mujer de fuego, luchadora, atlética, agresiva. Es el amor pasional. Temperamental, rige los vientos y la lluvia. Su paso deja cambios, renovación y renacer.
Luna Llena: La Madre
La Madre se corresponde con el amor pleno y generoso. Tras el periodo de expansión y conexión con el mundo que supone la preovulación, la energía del Útero se vuelca en nutrir, cuidar y maternar.
La Madre se relaciona con la abundancia en todos sus aspectos, puesto que el amor es infinito, en generoso. Es una fase ideal para trabajar el vínculo con la tierra, con mi lugar, y encontrarme en él, cuidando mi autoestima. A diferencia de la Doncella, la Madre se comunica mediante la escucha, aunque exprese igualmente lo que siente.
La Madre es creativa, se vuelca en su espacio personal, en su casa, y aviva el fuego de su hogar. Es un momento perfecto para unir vínculos con nuestra madre física.
En cuanto a la sexualidad, la Madre se entrega con plenitud y disfrute. Es importante saber que esta fase tiene energía salvaje puesto que el instinto animal pide que el óvulo sea fecundado, por lo que la ternura amorosa del arquetipo no impide que también haya mucha pasión.
La Madre se manifiesta durante la fase ovulatoria. En un ciclo menstrual regular, sería desde el décimo cuarto día hasta el vigésimo primero aproximadamente.
La estación ligada a la Madre es el verano, relacionada con la plenitud de los frutos que empezaron a brotar en primavera. Su color es el rosa y las fiestas wiccanas son Litha y Lammas.
Algunas Diosas Madres son Deméter, diosa griega de la agricultura, cuyo nombre significa en griego «Diosa Madre», y Durga, diosa hindú del amor y madre nutricia, aunque su faceta guerrera y justiciera pueda también relacionarla con la Doncella. En los cultos de los Orixás (Batuque, Candomblé y Santería, entre otros) la Orixá que se identifica con la Madre es Oxum. Mujer de miel, madre, protectora, cariñosa, dulce, pero tan bella como vanidosa.

Al ser reina, es elegante y poderosa. Sabe enamorar a través de su arte más preciado, del que legó un sacerdocio a sus hijas: la cocina. Diosa de las aguas dulces y de la abundancia. Rige los ríos y cascadas.
Luna Menguante: La Hechicera
La Hechicera se corresponde con la alquimia interior y la intuición. Tras el periodo de amor pleno y generosidad que supone la ovulación, el Útero se vuelca en activar las energías internas.
La Hechicera se relaciona con la expresión del inconsciente, en el que los sueños se manifiestan y se alcanza la luz en aquellos aspectos propios que las fases previas estaban oscuras al estar nuestra atención enfocada hacia fuera de nosotras. Es una fase ideal para trabajar con mancias, para meditar y para descansar.
La Hechicera es activa, se preocupa por renovar todo aquello que empieza a serle obsoleto para dar lugar a cosas nuevas. Para ello, desciende hacia su lado oscuro, cuidando el vínculo entre su luz y su sombra.
En cuanto a la sexualidad, la Hechicera es erótica, fogosa, ardiente. No se esconde ni se frena, es una vampiresa. Las relaciones íntimas con ella son pasionales. Es también un momento ideal para conectar con la energía sexual de manera más mística, quizás mediante el tantra.
La Hechicera se manifiesta durante la fase premenstrual. En un ciclo menstrual regular, sería desde el vigésimo segundo día hasta el vigésimo octavo, cuando empezaría la menstruación.
Es una fase atrayente en la que nos volcamos en nosotras mismas, empezando a preparar la limpieza física y emocional que nos liberará y nos conectará con el desapego. Es muy fácil quedarse enganchada en La Hechicera, por una resistencia inconsciente a soltar lo que ya no nos sirve y por el poder y magnetismo personal que nos transfiere.
La estación ligada a La Hechicera es el otoño, relacionada con el fin del esplendor del verano e inicio del recogimiento. Su color es el violeta y las fiestas wiccanas son Mabon y Samhain.
Algunas Diosas Hechiceras son Kali, diosa hindú de la muerte y la destrucción pero también de la regeneración, cuyo nombre significa en sánscrito «Mujer Negra», y Lilith, diosa mesopotámica relacionada con la tentación erótica desde el lado maligno y la rebeldía.

Ambas diosas son mujeres incomprendidas y maltratadas por el patriarcado, como lo es la deidad que traigo en esta ocasión de los cultos de los Orixás: Pombagira. Mujer ardiente, libre, deslenguada, independiente, sensual, asociada a la noche, al alcohol, el juego y el dinero. Mal tachada de prostituta, rige los caminos, el devenir y regula el karma.
Luna Nueva: La Bruja
La Bruja, también llamada Anciana Sabia, se corresponde con la introspección y limpieza. Tras el periodo de exploración y experimentación que supone la premenstruación, la energía del Útero se vuelca en depurar y soltar.
La Bruja se relaciona con el retiro, en el que se hace un balance del ciclo y se desecha todo aquello que no será necesario a partir de ese momento. Desciende la energía física, predomina la calma y la necesidad de soledad. Es el momento de aceptar el pasado puesto que se experimentará una sensación de pérdida.
Se experimenta una pequeña muerte con duelo, la destrucción desde los cimientos, pues la Bruja viaja a los niveles más profundos de su conciencia, donde integra los cambios y crece y evoluciona a partir de ellos.
En cuanto a la sexualidad, la Bruja es espiritual. Los orgasmos con ella son intensos, porque es capaz de conectar a la Mujer con sus cuatro arquetipos: la actividad de la Virgen, la entrega de la Madre, la pasión de la Hechicera y la liberación de la Bruja.
La Bruja se manifiesta durante la fase menstrual. En un ciclo menstrual regular, serían todos los días que dure el sangrado, suponiendo el fin de un ciclo.
La Bruja es una Mujer conectada consigo misma, con su propia sabiduría. Se conecta con aquello que la representa, sus fetiches, símbolos y amuletos. Se alimenta de lo que quiere, porque es lo que necesita. Se muestra hasta donde ella desea, creando así su propio mundo.
La estación ligada a la Bruja es el invierno, relacionada el recogimiento introspectivo. Su color es el rojo y las fiestas wiccanas son Imbolc y Yule.
Algunas de las Diosas Brujas son Hécate, diosa griega relacionada entre otras cosas con los partos (¿y no es acaso menstruar parir lo que desechamos?) y la brujería, e Isis, diosa egipcia considerada como Gran Madre dadora de vida (sin menstruación no hay vida) y Gran Maga. En los cultos de los Orixás la Orixá que se corresponde con la Bruja es Iemanjá. Mujer de agua, principio femenino y base de la vida. Es el amor puro e incondicional. Rige el agua salada de los mares y océanos y la luna.

Iemanjá cría a los hijos con amor pero con disciplina, deja espacio para que la criatura se convierta en un ser independiente, con una esencia dominante y a veces autoritaria (como es ella). Aunque se ha quedado embarazada, parir no está entre sus habilidades, normalmente cría hijos nacidos de otros vientres. Como madre protectora, acerca todo aquello que es bueno o necesario en la vida de sus hijos pero también retira lo que sobra o cumplió su función, todo ello sin miramientos. Es una mujer sabia e introspectiva, pues posee el don de la intuición y del conocimiento de las ciencias esotéricas.
Conclusión: conecta con tus Diosas
Al explorar los arquetipos femeninos en relación con la menstruación (de donde salen las Arquetipas Menstruales), las Mujeres podemos descubrir una conexión más profunda con nuestra propia feminidad. Este entendimiento no solo nos ayudará a tener una relación más saludable con nuestro ciclo menstrual, sino que también nutre el empoderamiento al reconocer la riqueza de la experiencia femenina a lo largo de las diferentes etapas de nuestra vida. Al aceptar y celebrar estas Arquetipas, las Mujeres podemos encontrar un sentido renovado de autoconocimiento y empoderamiento.
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